lunes, 18 de octubre de 2010

Yap

Lo hice, más por presión externa que por convicción propia, pero lo hice. No me siento tan bien como esperaba sentirme al decirlo, de hecho no me siento bien en lo absoluto con respecto a ese asunto. Igual no puedo hacer nada para cambiar la situación, sentarme y esperar la lluvia.

Lo peor fue que nada en ella cambió, su sonrisa no me partió el corazón; su abrazo no se sintió como el último. Y es lo peor porque ahora ya no me deja en paz ni un momento; no vivo, no soy dueño de mi voluntad, estoy más lejos de lo que pensé de mi anhelada felicidad.

No sé a donde voy. Pero voy.

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