martes, 20 de julio de 2010

Todo estaba puesto, listo para una tarde/noche que lograra hermanarnos...
Pero se fue, se fue por él, por su inseguridad y necesidad de control sobre ella. No se dijo nada fuera de lo que podría saber cualquiera, no hubo voces unidas por una canción de Sabina y (sobre todo) no hubo complicidad, ningún corazón se abrió la noche del sábado.

Los últimos días he pensado qué tanto estamos autorizados a intervenir... la verdad no lo sé, no quita que nos duela verla así, pero parece que ella no quiere darse cuenta. ¿Será que tendremos una oportunidad en septiembre?

2 comentarios:

  1. holaa
    bueno lo que escribiste
    y, en mi opinion siempre se tiene qe intervenir hasta cierto punto..cuanto mas se entra, menos posibilidades de salir hay
    cuidate

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  2. Es una lástima, realmente lo es. Esas ocasiones en las que uno esta dispuesto a dejar fluir los sentimientos, talvez una lagrima, e incluso confesar alguna sensación de agrado a otra persona. Son momentos que "yo" no cambiaría. ¿Intervenir?, ¿para qué?, me parece adecuada la postura de solo intervenir hasta cierto punto ya que (como dice perfectalocura) "cuanto más se entra, menos posibilidades de salir hay".

    Nos vemos...

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