jueves, 14 de junio de 2012

Never Forever: Definiciones y resignaciones


NEVER FOREVER: DEFINICIONES Y RESIGNACIONES



Carlos Enrique Cruz Islas



El fenómeno Never Forever no es nuevo, en la humanidad existe desde que ésta tuvo la necedad suficiente como para obsesionarse con un deseo imposible, sea el que fuera. En la época moderna el término Never Forever ha surgido para hacer referencia a personas que cumplen la función de ese deseo jamás cumplido pero que permanece en la ambición de quien lo desea.

¿Pero qué debe tener una Never Forever para serlo de manera cabal y plena, no perderse en un anhelo efímero o  en una mera aspiración del amor carnal?,[1] ¿depende en verdad de ella para llegar a ser una Never Forever “con todas las de la ley”? La respuesta es sencilla: quien crea a la Never Forever no es ella misma, sino el ya mencionado deseador. En el momento en el que ella tiene la intención de convertirse en Never Forever ya ha fallado y está destinada al fracaso. La Never Forever no tiene la intención de serlo nunca, es algo que parece llegarle sin ninguna razón. Incluso la mayoría de ellas no quieren serlo o les es completamente indiferente (pero esto depende de la relación real que tengan con el deseador).

¿La Never Forever nace o se hace? Ambas y ninguna. Es muy importante aclarar que el 80% de las funciones de una Never Forever las ejerce el deseador. Él es el que la sube al pedestal y la mantiene ahí por la eternidad. Bueno, lo anterior si lo vemos desde una perspectiva externa, pero es necesario notar que desde la perspectiva del deseador las cosas son distintas. Para él la Never Forever tiene características que, en la mayoría de los casos, la sitúan en la perfección; características esenciales a ella y que no pueden (de ninguna forma) ser finitas o desechables, entonces para él el paso lógico es rendirle la pleitesía y los honores que una existencia perfecta se merece.

Ya he dicho con anterioridad que el 80% de las funciones de la Never Forever las ejerce el deseador, pero en lo que respecta al 20% restante es importante mencionar que cumple una función vital e irremplazable. Este porcentaje, aunque pequeño en comparación, es tanto o más importante que el resto por la sencilla razón de que lo ejerce la Never Forever. Me refiero a que, al ser ella la figura central, tiene más peso y repercute de una manera superior en su construcción como personaje cualquier cosa que ella haga para afectar la relación con su deseador; que es el creador del personaje. La Never Forever perfecta no quiere serlo pero hace todo lo posible para seguir siéndolo, porque rechaza el fondo pero no la forma y lo consigue sin caer en el chantaje o el abuso de su poder como figura central. Llegado este punto es necesario aclarar también que la Never Forever suele mantener cierta cercanía con el deseador; apenas la suficiente para que éste conserve en mente una insignificante esperanza de conseguir el cumplimiento de su deseo. Cuando no es ella quien mantiene la cercanía es él quien se esfuerza por acercarse y sobrepasar los obstáculos; no siendo ni esto, ni ninguno de los méritos que el deseador haga, suficiente para que ella considere al deseador como una posibilidad real.

¿Es la Never Forever un personaje de ficción? Difícil y extremadamente arriesgado siempre es aventurarse a contestar una pregunta tan general cuando cada caso específico está compuesto por lo menos de dos seres humanos impredecibles ante este texto. Si acaso esta pregunta es contestable con proporciones, en la mayoría de los casos sucede de la siguiente forma: para el deseador la Never Forever nunca es un personaje de ficción, se trata del ser perfecto, la creación última del universo; la perfección de ella es real para él, por eso la sube al pedestal. En la realidad empírica (fuera de las percepciones del deseador), la Never Forever no es más que otra persona entre las millones que existen en el planeta tierra; una boca más que come, un trabajo, un asiento del transporte público. Se trata de un ser humano común con defectos y virtudes, como todos. Casi podríamos decir que se trata de dos seres distintos (¿y no somos nosotros uno distinto en cada percepción ajena?).

La Never Forever es una pared que no se derriba nunca, es la fortuna de la que uno apenas puede gastar un par de monedas. Es tan falsa como real. Se niega y al negarse se evidencia (gracias Hegel). La Never Forever carga una maldición tan grande como la del deseador, pero puede desdeñarla.



[1] Me referiré al individuo Never Forever de forma femenina a lo largo del texto dado que en la realidad empírica superan por mucho en cantidad a los de género masculino.

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