NEVER FOREVER: DEFINICIONES Y RESIGNACIONES
Carlos Enrique Cruz Islas
El
fenómeno Never Forever no es nuevo, en la humanidad existe desde que ésta tuvo
la necedad suficiente como para obsesionarse con un deseo imposible, sea el que
fuera. En la época moderna el término Never Forever ha surgido para hacer
referencia a personas que cumplen la función de ese deseo jamás cumplido pero
que permanece en la ambición de quien lo desea.
¿Pero
qué debe tener una Never Forever para serlo de manera cabal y plena, no
perderse en un anhelo efímero o en una
mera aspiración del amor carnal?,[1] ¿depende en verdad de ella
para llegar a ser una Never Forever “con todas las de la ley”? La respuesta es
sencilla: quien crea a la Never Forever no es ella misma, sino el ya mencionado
deseador. En el momento en el que ella tiene la intención de convertirse en
Never Forever ya ha fallado y está destinada al fracaso. La Never Forever no
tiene la intención de serlo nunca, es algo que parece llegarle sin ninguna
razón. Incluso la mayoría de ellas no quieren serlo o les es completamente
indiferente (pero esto depende de la relación real que tengan con el deseador).
¿La
Never Forever nace o se hace? Ambas y ninguna. Es muy importante aclarar que el
80% de las funciones de una Never Forever las ejerce el deseador. Él es el que
la sube al pedestal y la mantiene ahí por la eternidad. Bueno, lo anterior si
lo vemos desde una perspectiva externa, pero es necesario notar que desde la
perspectiva del deseador las cosas son distintas. Para él la Never Forever tiene
características que, en la mayoría de los casos, la sitúan en la perfección; características
esenciales a ella y que no pueden (de ninguna forma) ser finitas o desechables,
entonces para él el paso lógico es rendirle la pleitesía y los honores que una
existencia perfecta se merece.
Ya
he dicho con anterioridad que el 80% de las funciones de la Never Forever las
ejerce el deseador, pero en lo que respecta al 20% restante es importante
mencionar que cumple una función vital e irremplazable. Este porcentaje, aunque
pequeño en comparación, es tanto o más importante que el resto por la sencilla
razón de que lo ejerce la Never Forever. Me refiero a que, al ser ella la
figura central, tiene más peso y repercute de una manera superior en su
construcción como personaje cualquier cosa que ella haga para afectar la
relación con su deseador; que es el creador del personaje. La Never Forever
perfecta no quiere serlo pero hace todo lo posible para seguir siéndolo, porque
rechaza el fondo pero no la forma y lo consigue sin caer en el chantaje o el abuso
de su poder como figura central. Llegado este punto es necesario aclarar
también que la Never Forever suele mantener cierta cercanía con el deseador;
apenas la suficiente para que éste conserve en mente una insignificante
esperanza de conseguir el cumplimiento de su deseo. Cuando no es ella quien
mantiene la cercanía es él quien se esfuerza por acercarse y sobrepasar los
obstáculos; no siendo ni esto, ni ninguno de los méritos que el deseador haga,
suficiente para que ella considere al deseador como una posibilidad real.
¿Es
la Never Forever un personaje de ficción? Difícil y extremadamente arriesgado
siempre es aventurarse a contestar una pregunta tan general cuando cada caso
específico está compuesto por lo menos de dos seres humanos impredecibles ante
este texto. Si acaso esta pregunta es contestable con proporciones, en la
mayoría de los casos sucede de la siguiente forma: para el deseador la Never
Forever nunca es un personaje de ficción, se trata del ser perfecto, la
creación última del universo; la perfección de ella es real para él, por eso la
sube al pedestal. En la realidad empírica (fuera de las percepciones del
deseador), la Never Forever no es más que otra persona entre las millones que
existen en el planeta tierra; una boca más que come, un trabajo, un asiento del
transporte público. Se trata de un ser humano común con defectos y virtudes,
como todos. Casi podríamos decir que se trata de dos seres distintos (¿y no
somos nosotros uno distinto en cada percepción ajena?).
La
Never Forever es una pared que no se derriba nunca, es la fortuna de la que uno
apenas puede gastar un par de monedas. Es tan falsa como real. Se niega y al
negarse se evidencia (gracias Hegel). La Never Forever carga una maldición tan
grande como la del deseador, pero puede desdeñarla.
[1] Me
referiré al individuo Never Forever de forma femenina a lo largo del texto dado
que en la realidad empírica superan por mucho en cantidad a los de género
masculino.
muy buena exposición.
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